jueves, 27 de septiembre de 2012

Michael Ende – Momo (1973)


 Si los hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida.”
Estoy seguro de que todo el mundo (todo lector que se precie, al menos) ha oído hablar de Michael Ende. Seguro. Es uno de esos autores que traspasan fronteras y épocas, y que, en un estilo personal y único, lograr perpetuarse en el tiempo y en la mentalidad de generaciones y generaciones de lectores. La mayoría de las veces ayuda a ello una obra clave que, en el caso del alemán, fue la imborrable La historia interminable. Pero no fue esa la única perla en la dilatada carrera del escritor…

Nacido en 1929, se crió en ambientes artísticos (y bohemios, imagino que con muchas… ehhh, drojas, de por medio) influenciado por su padre, ni más ni menos que el famoso pintor surrealista Edgar Ende (cuya figura quedaría eclipsada por la fama de su hijo). Sus primeros tiempos en la literatura no fueron demasiado prometedores: se inició en el teatro y comenzó a escribir obras que eran sistemáticamente rechazadas (incluso la que traemos hoy tuvo problemas de publicación); hasta 1960 no publicará su primera obra, Jim Botón y Lucas el maquinista. Vendrán en años posteriores Momo (1973); La historia interminable (1979), que fue su mayor éxito y con cuya adaptación cinematográfica tuvo muchos problemas y acabó totalmente desengañado (lógico cuando firmas contratos sin leerlos atentamente), cosa que no es de extrañar, porque nos pasó a todos; o Jojo, historia de un saltimbanqui.
El hecho de que tuviera problemas para publicar Momo es al mismo tiempo comprensible y sorprendente; se presupone que a mediados de los años 70, en el mundo occidental la libertad (de expresión, de… en fin, la libertad, en suma) estaba a los mismos niveles que ahora (que son bastante pobres, por cierto), con lo que censura no había. Sin embargo, la obra del alemán, una dura crítica contra el capitalismo y el materialismo más exacerbados, disfrazada de cuento infantil, no pareció gustar mucho a los editores.
La historia, con un título bastante más largo que el que os he puesto, por cierto (Momo o la extraña historia de los ladrones del tiempo y de la niña que devolvió el tiempo a los hombres), se centra en la figura de Momo, una niña de ocho años que vive en las ruinas de un anfiteatro, y cuya gran virtud es la de saber escuchar, lo que la convierte en una figura básica entre quienes la rodean. Un buen día, Momo descubre que la gente que la rodea tiene cada vez menos tiempo para ella, y para todo el mundo en general; la culpa parece ser de unos misteriosos “hombres grises”, que dicen trabajar para el Banco del Tiempo y que, en realidad, lo que hacen es exprimir y robar el tiempo a los hombres. Con la ayuda de sus amigos Beppo Barrendero y Gigi, y de una tortuga un tanto especial, Casiopea, Momo se enfrenta a los hombres grises para salvar a quienes la rodean.
La trama (ahora veis el disfraz de cuento infantil) es un relato sencillo y preciosista, cargado de magia y lírica en las escenas más cotidianas. Hay un narrador omnisciente, la vieja figura del cuentacuentos, que va desgranando la historia centrándose sin distinción en todos los personajes que la componen (si bien es Momo la figura principal) y creando un marco que te permite hacerte una idea bastante completa de lo que sucede en todo momento. El estilo sigue estas mismas pautas, con una gran sencillez y toques líricos, sobre todo en las escenas con el maestro Hora. Como digo, es puramente obra de un cuentacuentos.
Tras esa máscara de novela infantil, sin embargo, se oculta, como decíamos, una crítica bastante ácida a la sociedad capitalista y materialista que estaba en pleno auge en la época en que Ende lo escribe. Las personas que se dejan engañar por los hombres grises empiezan a vivir unas vidas apagadas, desvaídas, donde todo es trabajo y consumo, y solo tienes el valor que te dan tus ganancias. Tienes que ocupar todo tu tiempo para así “ahorrarlo”, sin desaprovecharlo en tareas inútiles que te consuman… Ende nos advierte contra una sociedad uniforme, donde todo está fabricado en serie, no hay sentimientos ni felicidad, y lo único que tiene valor son las cosas superficiales. No solo es un canto anti-materialista, sino también una oda hacia la individualidad y lo especial de cada persona, a construir un futuro donde todos seamos diferentes. Y, aunque esto parezca extraño, se pueden ver ciertos paralelismos entre esta parte de la crítica y los que se realizan en películas como Matrix. No es coña, no; de hecho, el Agente Smith de Matrix (además de volverse homosexual con diadema de Barbie Superstar, que cantaba el otro), me parece una copia descarada de los hombres grises…
Por otra parte, el libro aprovecha para hacer reflexiones realmente curiosas sobre algunas cuestiones fundamentales de la existencia, cargándolas de simbolismo y metáforas preciosistas. ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la muerte? Y, aunque de forma más “velada” si se quiere… ¿cuál ******* es el sentido de la vida? Algunas de estas preguntas intenta responderlas directamente Ende (aunque repito, con metáforas) y otras, como mucho, las insinúa. Vital en este aspecto será la figura del maestro Hora, que es quien desarrolla el aspecto más filosófico de la historia, y quien la lleva a término. Los últimos capítulos, por cierto, son preciosos, y muy inesperados.
Si bien La historia interminable es una obra más conocida (merecidamente, es mejor que Momo), las preguntas y el trasfondo que rodean a ésta son insuperables, y fueron los que dieron a Ende la justa fama que le cayó en suerte. Desde luego, es una lectura obligada.
Que lo disfrutéis.
Allez-y, mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.

---------------------------------------------------------------------------------

LO MEJOR: el estilo con que se narra. Y en cuanto a personajes, los hombres grises son geniales, así como el maestro Hora y Casiopea. ¿Alguien puede explicarme por qué demonios Ende estaba tan obsesionado con las tortugas?
LO PEOR: el tono es quizás demasiado desenfadado, demasiado infantil, para la dura crítica que hay detrás. Un niño no comprendería muchos de los asuntos que se plantean, y para un adulto están planteados con demasiada sencillez (le pasa algo parecido a El principito de Saint-Exupéry).
VALORACIÓN: 8/10. No es la mejor novela de Ende, ya lo he dicho. Pero en muchos aspectos me lo parece. Básica, sin duda.

5 comentarios:

  1. Una de mis primeras lecturas serias. Ni me acuerdo cuantos años tenía cuando lo leí. Fácil 7 u 8 años.

    Tengo que releerlo. Tiene pinta que va a estar en el podcast que hagamos. Xd

    ResponderEliminar
  2. Aunque me lo leí más tarde de la edad ideal (algún día contaré cómo le colé a D. Ramón que me la había leído), he de reconocer que es un librazo. Me gustó más "La historia interminable", pero probablemente "Momo" haya dejado más poso.

    P.D: Vengo notando que cada vez puntúas más a la baja... A este hace un mes le hubieras puesto un 9 xD.

    ResponderEliminar
  3. Un libro realmente precioso, tanto en la forma como en el fondo.

    ResponderEliminar
  4. También fue lectura importante en mi infancia. Y sí, Mae, es precioso en ambos aspectos.

    Ya me contarás eso, Alvaro xD Ah, y sí, desde hace un tiempo soy más "duro" con las críticas (a 30STM no les puse más de 8,5, hace unos meses les habría puesto un 9,5...)

    ResponderEliminar
  5. Gran novela, que por ser una fábula, está catalogada para niños.

    ResponderEliminar